Buena parte del
atractivo de los peces como animales domésticos radica en que son silenciosos y
en que es relativamente fácil disponer de un pequeño acuario, pues hay diversos
equipos listos para usarse.
Sin embargo, el amo
novato suele llevarse sorpresas desagradables por carecer de información sobre
el cuidado y manejo tanto de los peces en sí, como del equipo. Lo recomendable
es no dar ningún paso hasta tener un conocimiento aceptable sobre la materia y
la asesoría de un especialista durante los primeros meses.
Aunque es factible
la crianza de peces de agua salada, lo mas recomendable es comenzar con
especies de agua dulce, pues éstas son más fáciles de alimentar con comida
adquirida en comercios especializados.
Por lo general, el
acuario debe oxigenarse con un compresor de aire. Si los peces nadan
constantemente por la superficie del acuario, la oxigenación sera insuficiente.
Ahora bien, tampoco se debe pasar al otro extremo, ya que se formarían
corrientes o turbulencias.
El filtrado del
agua es imprescindible. Los distintos filtros – interiores y exteriores – la
limpian de impurezas. Asimismo hay que poner mucha atención en la instalación
eléctrica de los filtros, de modo que sea segura y no falle. Para el fondo de
un acuario de agua dulce se recomienda una capa de arena mezclada, turba
(tierra con restos vegetales) y un poco de todo. Incluir plantas en el acuario
no sólo tiene un sentido decorativo, sino también ofrece a los peces protección
y un lugar para el desove. Si se utiliza un filtro de suelo, las plantas deben
ponerse en macetitas.
Otro punto
importante es elegir las especies y el numero de ejemplares. No todas conviven
entre sí. Además, el acuario no debe estar muy poblado. La regla general es
que, si los inquilinos son pequeños, se deben destinar 2 litros de agua por
cada centímetro de longitud de los peces. En el caso de especies grandes – como
las percas multicolores -, cinco o seis ejemplares serán suficientes para un
recipiente de 250 litros.
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