relatos
animales, aves
Había
una vez un hombre que trabajaba como comerciante. Un día, uno de sus clientes
le regaló un loro.
“Cuidalo
mucho porque es un loro muy inteligente, pues sabe hablar”- le recomendó
Un
día el comerciante partió a la India en viaje de negocios. Antes de marcharse
le pregunto al loro qué quería que le trajese.
“Me
gustaría que preguntara a los loros que habitan en los bosques cómo podría yo
ser tan feliz como ellos”.
En
la India, el comerciante fue al bosque. Allí, miles de loros cantaban y
revoloteaban. El comerciante habló:
“Vengo
de lejos para preguntaron algo: mi loro quiere saber como puede ser tan feliz
como vosotros”.
Ante
esta declaración los loros enmudecieron y se quedaron quietos. Ante su
insistencia, cayeron de los arboles. El comerciante no comprendía esta reacción
y volvió a su casa.
Cuando
llegó se acercó al loro y le dijo:
“Siento
no poder traerte una respuesta. Fui a ver a tus amigos, pero cuando les
pregunté lo que me habías pedido no me contestaron Se quedaron sin habla y
algunos se desmayaron”.
Tras
decir estas palabras el loro se quedó en silencio y cayó de los barrotes. El
comerciante abrió la jaula y lo acercó a la ventana. El loro al ver el cielo
azul levantó el vuelo.
¿
No estabas enfermo? - le grito el comerciante.
Cuando
les hablaste a los otros loros de mi, ellos comprendieron mi falta de libertad.
Al pedirles una solución dejaron de hablar. Lo que querían decirme es que yo
hablaba demasiado y debía guardar silencio. Los loros son apresados porque
pueden hablar, si dejara de hacerlo seria inútil a mis captores y ya no les
interesaría Así lo hice y ahora soy libre.
Anónimo
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