sábado, 13 de marzo de 2010



Introducción
Actualmente, el planeta Tierra atraviesa por una de sus peores crisis ambientales. La destrucción de diferentes ecosistemas por parte de los seres humanos ha llevado a miles de especies animales y vegetales al borde de la desaparición.  Los grandes simios[1] se encuentran en situación crítica, ya que la destrucción de sus selvas tropicales, la caza de que son objeto para consumo humano y la matanza de familias enteras con el fin de obtener las crías para su venta como mascotas o a laboratorios ha dejado a estas especies de primates en el límite de la extinción.
Parientes peludos de la humanidad
Dentro del orden de los primates existe un grupo de animales que apareció hace 25 millones de años en el continente africano, llamados científicamente hominoideos, los cuales desarrollaron una serie de adaptaciones que los llevó a especializarse en la braquiación como medio principal de locomoción. Desde entonces, la evolución de estas formas primates fue tan exitosa que colonizaron el resto del Viejo Mundo.
Hominoideos como Procónsul, Kenyapithecus y Afropithecus vivieron exitosamente en territorio africano. Posteriores radiaciones hacia el resto del Viejo Mundo llevaron a la aparición de nuevas especies en Europa y Asia, ejemplos son el Pierolapithecus catalaunicus[2], Ramapithecus[3] y Oreopithecus bambolii. Éste último vivió hace ocho millones de años en lo que hoy es la isla de Toscana, Italia, desarrollando la adaptación a un andar bípedo.
En la actualidad, son pocos los grandes simios que han sobrevivido: los gibones del sureste asiático[4], los orangutanes que se aferran a la vida en las deforestadas islas de Sumatra y Borneo, los gorilas africanos[5] y las dos especies de chimpancés[6].
Las culturas de los Grandes Simios
Investigaciones científicas han documentado comportamientos culturales en diferentes poblaciones de grandes simios[7]. Los estudios pioneros de la primatóloga británica Jane Goodall con las comunidades de chimpancés del Parque Nacional Gombe, Tanzania, descubrieron el uso de herramientas – previamente modificadas de la naturaleza – para la obtención de termitas. En el parque nacional Tai, localizado en Costa de Marfil, los chimpancés utilizan el concepto del yunque y el martillo para romper nueces de cáscara dura[8]. Uno de los últimos descubrimientos  de la primatología cultural es la elaboración y utilización de herramientas para la caza de galagos[9] por chimpancés del Senegal[10].
En comunidades de orangutanes se ha registrado el uso de púas para extraer el néctar de frutos espinosos, evitando así lastimarse. Es tal la complejidad comportamental de los grandes simios y su evidente capacidad para crear “cultura”, que el primatólogo español Jordi Sabater Pi, señaló la existencia de áreas culturales para los chimpancés dispersas por la selva tropical africana[11].
Grandes simios y seres humanos
En el último siglo estos grandes animales han sido objeto de persecución, abuso, privación de la libertad y exterminio por parte de los seres humanos. La devastación de las selvas tropicales ha obligado a estas especies a refugiarse en los últimos reductos de estos ecosistemas. La cacería furtiva, también ha diezmado a estas poblaciones, debido a que su carne es un manjar y una costumbre culinaria inherentemente arraigada en muchos pueblos africanos. La captura de individuos de estas especies para fines científicos es otra de las causas de la creciente disminución de sus poblaciones.
Los grandes simios han sido vistos a lo largo de la historia como seres evolucionados a medio camino, como animales que hay que aprovechar debido a la exquisitez de su carne o como objetos para vender y obtener jugosas ganancias, pero nunca como seres cercanamente emparentados a nosotros.
La percepción popular hacia los grandes simios, ha estado cargada de subjetividades y prejuicios, baste con citar las expresiones populares que hacen alusión a los grandes simios como sinónimo de idiotas, salvajes, faltos de cultura o como seres que se quedaron a mitad del camino evolutivo para entender la percepción humana hacia estos primates. Expresiones como “mono apestoso” o “pareces gorila” son tan comunes cuando se trata de insultar a algún humano moderno.
De la reverencia y el temor a la exterminación
Durante muchos años, los encuentros ocasionales con la otredad simiesca provocarón la creación de relatos y leyendas que convirtieron a estos seres en temibles y enigmáticos. El parecido externo con el hombre movió poderosamente la atención de la mente humana, llenándola de miedo y simbolismo. Seres tan parecidos a los humanos debieron quedar grabados en la memoria colectiva de los pueblos. El orangután es un claro ejemplo de ello, palabra malaya que significa “hombre de la selva” y que, cuenta la leyenda, engañó a los humanos aparentando no saber hablar para que no lo pusieran a trabajar.
En las islas indonesias existen relatos de una criatura pequeña y bípeda que se internaba en los pueblos para robarse a los niños y alimentarse de ellos. Conocido en los mitos populares como Ebu gogo – la abuela que se come todo – sería una especie de primate bípedo y pequeño que vivió en la región y que, podría estar relacionado con el Homo floresiensis hallado en el año 2003 en la isla de Flores.
Pégale a lo que se parezca más a ti
En los últimos cien años, los encuentros con la otredad simiesca han desembocado generalmente en el asesinato, captura y destrucción de sus hábitats. Pareciera que hay que eliminar a lo que se parezca más a nosotros, a lo que nos recuerde que somos parte de un proceso evolutivo que se originó en África y que junto con chimpancés, gorilas, orangutanes y gibones compartimos un ancestro común.
La cultura de la depredación humana avanza rápidamente por las selvas tropicales de África y Asia arrasando a su paso con poblaciones enteras de especies. Las diferentes culturas de los chimpancés y orangutanes están desapareciendo velozmente. Los gorilas de las montañas Virunga están rodeados por pueblos en extrema pobreza y terribles guerras genocidas, dejando a los menos de 600 individuos en grave riesgo de extinción.
La cacería furtiva continua, recién en julio de 2007 en las laderas de estas montañas fueron masacrados siete gorilas, sin que hasta el momento se conozcan a los responsables de esta barbarie[12]. En Borneo, grandes extensiones de selva tropical han sido taladas para el cultivo de la palma aceitera, utilizada como componente de productos alimenticios (chocolate, helados), productos para la higiene (jabones, champús) y para biocombustibles, dejando sin sus hábitats a las ya mermadas poblaciones de gibones y orangutanes, que terminan por refugiarse en los pocos manchones de selva que sobreviven en la isla.
El olvido de los grandes simios, reflexiones desde y para la Antropología Física
Pareciera ser que el estudiante de la ENAH no repara en lo más mínimo en la grave situación que atraviesan los grandes simios. Inmerso en si mismo, tal vez por el hecho  de que el ser humano es un primate que piensa demasiado en si mismo, parece desconocer todo lo relacionado con los primates mas próximos a nosotros – desde sus complejas capacidades culturales y cognitivas, hasta el hecho de que hace seis millones de años compartimos un ancestro común con ellos -, el interés por ayudar a salvar de la extinción a gibones, orangutanes, gorilas y chimpancés se torna en apatía,  insensibilidad e indiferencia, originando que la comunidad antropológica de la ENAH, se quede en silencio ante la extinción de los grandes simios.
A la defensa de los Grandes Simios
Hace tiempo que la comunidad de la ENAH, debió hacer una pronunciación al respecto, antropólogos sociales, arqueólogos, lingüistas y principalmente antropólogos físicos debieron – moralmente hablando – manifestarse al respecto. Pero pareciera ser que las diferentes carreras de la escuela – con sus específicos posicionamientos teóricos – olvidan el vínculo genético de los seres humanos con los grandes simios.
Los antropólogos culturales inmersos en los procesos sociales que han aparecido a lo largo de la historia humana, parecen olvidar ese vínculo genético y cultural con los chimpancés. En arqueología, lo único que parece importar es que las piedras hablen y el tepalcate descifre la antigua civilización humana, priorizando la enseñanza de la técnica y olvidando el proceso biocultural que hizo del primate humano un ser capaz de construir civilizaciones.
La antropología física es la disciplina que – por su propuesta formativa – nos puede acercar más a comprender el vínculo que tiene el primate humano con los grandes simios. Materias como geología histórica, filogenia primate, paleoantropología, teorías evolutivas, antropología del comportamiento y prehistoria son piedra angular para comprender la relación entre los seres humanos y la otredad simiesca. Sin embargo, no ocurre así, y el olvido de los grandes simios – su sobrevivencia o extinción – sigue presente entre nosotros, ¿por qué?
En alguna ocasión, el doctor en filosofía de la ciencia José Luis Vera comentó que los antropólogos somos unos primatólogos muy singulares, porque estudiamos a un primate singular: el ser humano, que elabora cultura, que vive en mundos simbólicos, que es capaz de hacer ciencia y estudiar la naturaleza de las cosas. Como antropólogos, olvidar el vínculo que tenemos con los grandes simios, desinteresarse ante la grave crisis que enfrentan, es olvidarnos de la esencia que caracteriza nuestra disciplina: la búsqueda y comprensión de nuestros propios orígenes.

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